Diferenciar a través de la propuesta de contenidos
- Alejandro González
- 26 jul 2022
- 3 Min. de lectura
“Quien diga que la radio va de salida, no es verdad, pero debe evolucionar de manera más rápida” (Sosa, 2017) Nos comparte Gabriel Sosa, profesor de la UAM, comentarista de Radio Eduación y Defensor de Audiencias de la operadora del Sistema de Radio, Televisión y Cinematografía de la Universidad de Guadalajara.

Abordábamos en la edición anterior de ExpressoRadio publicado en el periódico El Comentario, de la Universidad de Colima, que el transitar hacia una oferta de programación coherente con la evolución tecnológica y social, es condicionante para mantener vigente el medio y en el camino, encontramos todos los géneros y formatos de los que podemos echar mano.
Entre propuestas en el cuadrante y en “el otro cuadrante”, internet, la oferta y demanda es variable, pero el género que abunda en gran parte es el musical. Las barras de programaciones musicales con el acompañamiento de una voz que no solo comenté sobre el tema que escuchamos sino que interactúe con el oyente, es uno de ls gustos más solicitados.
Las barras musicales integradas en una radio, tienen sus principales raíces a mediados del siglo XX, nos cuenta Miguel Pedrero, que además de la fabricación de soportes de vinilo para la reproducción sonora, llega el boom del rock&roll que encontró su principal escaparate para allegarse de audiencia con un sonido en frecuencia modulada que era notablemente superior. Así que “la radio y la industria discográfica se descubrieron como aliados perfectos para que el pop y el rock se convirtieran en contenido único de muchas estaciones” donde se enamoraban los oyentes de los nuevos artistas y canciones, nos cuenta Pedrero, profesor de radio y Doctor en Comunicación. Así, comienzan los estereotipos en la presentación de canciones y artistas.
Así que por un lado, encontramos una fórmula que requería muy poca producción pero a la vez era muy rentable para las cadenas radiales y disqueras a pesar de que debían trabajar en la formación de los locutores, sin embargo, el formato como tal, fue voluble. De pronto, se consideró que el acompañamiento no era necesario y además las empresas radiofónicas preferían no pagar salarios, por lo que el formato dio un giro y se transformó en espacios continuos de música sin ninguna diferenciación, más allá del género musical. La radio, o al menos en muchos casos, omitió un ingrediente fundamental del medio: el acompañamiento, la cercanía, la intimidad y diálogo que generaba una voz en esos espacios. Llega internet, las plataformas de reproducción musical de paga y entonces, el valor agregado que antes era el toque esencial, tuvo que volver a considerarse por quienes lo habian olvidado, incluyéndolo poco a poco en diferentes espacios de su programación.
Entonces, hoy tenemos un oferta muy amplia en número, dependiendo de la ciudad o país, con emisoras incluyendo basta programación musical acompañada o contínua, sin embargo, como oyentes recibiendo tres o cuatros veces al día la misma canción, el mismo disco, todo basado en moneda y en la llamada viralidad. Tito Ballesteros nos dice que poner música en la radio impulsó al medio, “pero se hizo norma y todos creemos que la radio musical es lo que esuchamos todos los días en muchos casos decorada con gritos” y es que ante el micrófono, pareciera que mientras más gritas, levantas volumen u obligas a que la voz suene de alguna manera, más atractivo será el acompañamiento para muchos.
Así que ante el panorama, para fortalecer y retomar la esencia del medio, apunta todo al contenido, diferenciar a partir de la propuesta de contenidos en una fórmula que interactúe con la música, el acompañamiento, la producción de calidad y su ubicación en las diferentes plataformas en las que se mueve la audiencia.






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